La tarde parecía prometedora y los pronósticos hablaban de lluvias al entrar la madrugada.
El Gran Eje recibía a Jesús salvador, los músicos entraban en la plaza de la Purísima Concepción para acompañar A Jesús de la Piedad y a su madre Estrella. San Ildefonso se preparaba para que Jesús saliera a orar con Jaén.
El Gran Eje recibía a Jesús salvador, los músicos entraban en la plaza de la Purísima Concepción para acompañar A Jesús de la Piedad y a su madre Estrella. San Ildefonso se preparaba para que Jesús saliera a orar con Jaén.
Pero alrededor de las cinco y media, un trueno lejano daba la alarma sobre lo que se avecinaba. Una nube se situaba sobre la capital y la lluvia pronto se convirtió en granizo. Pocos minutos después cesó, pero las decisiones ya estaban tomadas.
La Santa Cena daba media vuelta para volver a su templo. Y La Estrella le da un voto de confianza de una hora al tiempo, aunque sin llegar a completarla, decide suspender su estación de penitencia.
Aún con esperanzas, el Huerto se echa a la calle, pero en vano. La lluvia vuelve a arreciar y se refugia en su templo al poco de iniciar su itinerario oficial.
Con cierta desilusión, Jaén ya espera a que el Lunes Santo cumpla sus promesas y el tiempo de una tregua.
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