El Viernes Santo cumplió con las expectativas. El tiempo perdonó y cristo murió en Jaén.
Ambas hermandades pudieron procesionar con paso solemne y triste por las calles de la capital. No sin cierto temor y ligereza por las posibles lluvias.
San Juan abria las puertas a la hora señalada y el barrio esperaba a su señora, María Stma de los Dolores, más triste de lo habitual por procesionar sola a pesar de la compañía de las gentes.
La hermandad de Yacente y Soledad también se echaba a la calle y Jesús murió y María Stma de la Soledad lloraba.
Cientos de jiennenses se agolparon en las calles para ver el discurrir sobrio de estas cofradías, señeras de la ciudad, y orar y llorar con María.
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